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lunes, 20 de enero de 2014

Orfeo y Eurídice


Que la mitología clásica es una fuente inagotable de recursos para nuestras clases es algo conocido por todo profe de Lengua Y literatura. Aquí os dejo una tarea diseñada para prácticar la expresión escrita a partir de la recontextualización de una de las leyendas mitológicas más conocidas: la trágica historia de Orfeo y la ninfa Eurídice. Los textos resultantes son fruto de la imaginación y la pluma de dos alumnos de 4º de ESO. 






Orfeo y Eurídice.



                  Orfeo era un artista genial: el grafittero más conocido de su ciudad, por sus impresionantes dibujos en blanco y negro, que solo firmaba con un punto de éste ultimo color. Un día mientras realizaba uno de sus murales, se volvió para averiguar a quién pertenecía la sombra que cubría parte de su obra. La chica que contemplaba su dibujo parecía asombrada. Por su parte, Orfeo también lo estaba, ante la belleza de ella. Sus miradas se encontraron con ferviente intensidad. Allí mismo, se juraron amor eterno.

                   Pero Eurídice echaba de menos a sus amigas, y tras recorrer varias partes de su ciudad observando a Orfeo dibujar, decidió tomarse un descanso quedando con ellas en el centro comercial más grande la población. En su camino, se encuentra con Aristeo, un asesino fugado, que armado con un cuchillo, trata de apuñalarla. Cuando su arma se cierne ya sobre la chica, un perro le derriba, y muere al golpearse su cabeza contra una piedra del camino. El dueño del perro aparece, y avisa a la policía. Eurídice, en shock profundo, es internada en un hospital mental. De aquello nunca nadie jamás había conseguido salir.

                    Después de conocer la noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. Sus botes de pintura contaban tres días abandonados en casa. Aún sabiendo que probablemente no le dejarían verla, decidió ir al hospital. La chica se hallaba atada a una pared acolchada de una sala amarilla. << ¿Puedo pasar?>> preguntó Orfeo al médico que estaba a su lado, al otro lado del cristal tintado. <<No.>> <<Se lo suplico. Lo necesito. Por favor. >> Los fríos ojos del doctor se clavaron en los suyos. <<No demuestre su tristeza, en ningún momento.>> Era la única condición que le ponía.

                    Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Pero tras unos minutos mirando los vidriosos e inmutables ojos de la chica, le acarició con suavidad una mejilla. <<Te quiero>> susurró, con lágrimas en los ojos. La boca de Eurídice pareció adoptar una vaga sonrisa, mientras el corazón de Orfeo se desbocaba de alegría. Pero la sonrisa de ella se rompió en una mueca, y un grito roto inundó el cuarto. <<No, Eurídice ¡No!>> Un grupo de médicos entró en la sala arrastrando a Orfeo fuera de ésta. En ese momento comprendió que la había perdido para siempre.

Esther

ORFEO Y EURÍDICE

   Orfeo era un artista genial. De su mesa de mezclas salían unos ritmos increíbles. En un concierto de Eurídice, cantante famosa, donde él era el DJ, los dos se enamoraron locamente uno del otro, mientras sonaba una canción de Raphael. Allí mismo se juraron amor eterno.



   Pero Eurídice echaba de menos a sus amigas, así que un día quedó con ellas en el Húmedo para tomar algo, y antes de llegar, los francotiradores de una organización terrorista la rodearon para que se uniera a su banda, que había sufrido unas cuantas bajas entre la policía y los atentados suicidas. Ella, como no podía escapar, accedió a unirse a ellos, y se empezó a drogar para poder soportar tanta muerte. Pero a las dos semanas, la Guardia Civil incautó al grupo y les metieron a todos en chirona. De aquello nunca nadie había conseguido salir.



   Después de conocer tan terrible noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. No hacia más que pensar en su amada. Decidió ir al el juez que llevaba el caso, que era un corrupto, a intentar sobornarle para que la dejara libre dándole lo que debía pagar por la fianza, y él accedió a soltarla en secreto, pero le pidió que ella no volviese a aparecer públicamente. Era la única condición que le ponía.



   Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Pero en el concierto de Fin de Año, en el que él “pinchaba”, sin darse cuenta nombró a Eurídice y le pidió que subiera al escenario. Entonces la policía irrumpió en el tablado y la volvieron a encarcelar, junto con el juez corrupto al descubrir la trama, y Orfeo no pudo hacer nada. En ese momento comprendió que la había perdido para siempre.

Sergio Matilla

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