Un espacio virtual para compartir palabras con los alumnos del IES San Andrés (León).


miércoles, 7 de enero de 2015

Orfeo y Eurídice hoy


Con motivo de una actividad de expresión escrita mis alumnos de 4º de ESO tuvieron que reintrepretar el mito de Orfeo y Eurídice. He aquí algunos de los textos resultantes:


Orfeo era un artista genial. Al pintar, no necesitaba ningún truco, puesto que la magia la tenía en sus manos. Pero lo hacía clandestinamente y nadie podía admirar su trabajo. Lo ocultaba tras los partidos de baloncesto que sus amigos adoraban pero que él no tanto. Ellos creían que el baloncesto, el fútbol..., eran lo realmente varonil. Un día por la mañana, a la hora en la que los colchones de los adolescentes todavía estaban bien ocupados, decidió ir a ver una nueva exposición que había en el museo de su ciudad. En la entrada, pudo ver como un chico muy atractivo se hacía selfies en compañía. En ese mismo instante, algo azotó a Orfeo: ese pensamiento equívoco para él, la manera en la que ese chico destacó contra sus ojos, el camino por el que no debía tirar. Él se llamaba Eurídice y Orfeo no escapó de su campo de visión en ningún momento. No lo sabían pero allí mismo se juraron amor eterno. 

Pero Eurídice echaba de menos a sus amigos y amigas, puesto que después de aquel intercambio de miradas con Orfeo, decidió volver al museo con el propósito de volverle a ver. Un sábado por la mañana, después de muchos intentos perdidos, coincidieron y Orfeo picó el anzuelo. No lo soltó y mantuvieron su relación en silencio mientras sus oídos se llenaban de promesas. Mientras tanto, el padre de Eurídice, llamado Aristeo, lo vigilaba de cerca y al comprobar las repetidas escapadas de Eurídice sin llegar a descubrir su destino, decidió contratar a un detective que siguiese sus descontrolados pasos. Cuando Aristeo se enteró de a lo que se dedicaba su hijo con otro chico de su edad, decidió violar su libertad arrojándolo, sin contemplaciones, a lo que, a su parecer, era una solución: un orfanato. De aquello nunca jamás nadie había conseguido salir.

Después de conocer tan terrible noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. El polvo atacaba sus cuadros, los pinceles se morían poco a poco y sus manos se quedaron entumecidas por la soledad. Sólo tenía una imagen que no se podía sacar de la cabeza: Eurídice encerrado con sus pensamientos a solas, rechazado, apartado, cayendo en lo más oscuro de sí mismo. Cansado, abrumado y echando de menos los whatsapps de buenos días de Eurídice, decidió intentar sacarle de allí. Se armó y visitó el orfanato con el crepúsculo de fondo. La seguridad era el primer problema con el que se encontró, pero después de que su hermano le hubiese enseñado un par de trucos, demasiados capítulos de series detectivescas y mucha suerte, consiguió entrar a hurtadillas. Justo cuando iba a acceder a la zona de las habitaciones, se encontró con una figura imponente a dos centímetros de su cara. Orfeo caminó unos pasos hacia atrás, y la figura lo siguió hasta que un haz de luz llegó hasta dar a su semblante y pudo atisbar sus rasgos: ancianos, que reflejaban una bella y pasada juventud, que echaban chispas. Orfeo intentó explicarse ante la que parecía una de las dueñas del lugar, en el que había entrado sin permiso, pero ésta le cogió del brazo y le encaminó hacia la salida. En un pequeño forcejeo, Orfeo consiguió sacar el arma más poderosa que poseía: el cuadro que pintó horas después de conocer a Eurídice. La mujer se paró en seco a contemplar el sentimiento que desprendía, la confusión adolescente, el amor, el temor a perderlo. Puede que no supiese muchas cosas, pero sí apreciar la pura belleza cuando la tenía delante de sus narices así que accedió a que Orfeo se llevase consigo a Eurídice. Sus palabras exactas fueron: “Lo sacarás de aquí, pero solamente podrás cogerle de la mano y correr hacia el exilio sin siquiera mirarle a la cara o dirigirte a él hasta que estéis tan lejos de aquí que no se pueda ver el orfanato. Tenéis dos minutos.” Era la única condición que le ponía. 

Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Esperaba no meter la pata hasta el fondo haciendo referencia al mito que llevaban sus nombres. Se llevó a Eurídice en volandas mientras éste no podía contener su emoción y los escalofríos del primer contacto en meses recorrían ambas columnas vertebrales. Orfeo tenía muchas ganas de besarle, de estudiar sus ojos, pero todavía no podía. Corrieron. Corrieron hasta las grandes puertas blancas que les gritaban. Sin embargo, justo cuando Orfeo estaba abriendo la salida de ese infierno, la entrada a aquel camino por el que él no había querido ir hace tiempo, notó como la mano de Eurídice se resbalaba de la suya al tropezar éste con la alfombra que daba la bienvenida a los vientos extranjeros a ese lugar. Cayó en el suelo y no pudo evitar pegar un grito de dolor al notar como su pierna se doblaba sobre su peso. Los dos minutos acababan de pasar. La puerta se cerró estrepitosamente mientras Orfeo dirigía su mirada hacia su amado. Las luces se encendieron e invocaron a una mujer y un hombre vestidos de seguratas. Eurídice le gritó a Orfeo con los ojos que se fuese y Orfeo huyó mientras en sus ojos sólo podía ver a Eurídice siendo agarrado y atado a un mundo en el que no quería vivir. Llegó a un lugar, el cual le pareció lo suficientemente alejado, y miró hacia atrás: el orfanato no se veía, y su mano todavía podía recordar la calidez de Eurídice. Ahora, él caía después de verle caer de nuevo. En ese momento comprendió que le había perdido para siempre. 
Eva Fernández, 4º A


Orfeo era un artista genial. Se dedicaba a esculpir esculturas de arte moderno, pero en su tiempo libre es un cocinero de prestigio. Un día, en una tarde muy fría, Orfeo se encontraba en una calle muy transitada de Madrid vendiendo tortillas de patatas para ayudar a una ONG, y en ese momento, se acercó Euridice, la exitosa actriz de Modern Family. Se enamoraron locamente. Allí mismo se juraron amor eterno. Pero Euridice echaba de menos a sus amigas, que eran sus compañeras de rodaje, así que quedó con ellas en unos premios de música flamenca. Aquella noche se encontró con Aristeo, un ex-militar, quien al volver de la guerra, se había unido a una anda de asesinos en serie que tenia su sede en un parque temático del lejano oeste. Aristeo, al igual que Orfeo, también amaba a Euridice, pero si ella no lo quería nadie más podría tenerla. Así que le pegó con uno de los trofeos mas grandes que había en la gala, dándole tan fuerte que la dejo inconsciente y herida. De esta forma, la famosa y galardonada Euridice cayó en una depresión, ya que le desfiguró la cabeza y le provocó un gran miedo de ir por la calle,ya que cualquiera podía pegarle con algo en la cabeza. Esto hace que se vuelva loca y la tengan que internar en un psiquiátrico. De aquello nunca jamás nadie había conseguido salir.
Después de conocer tan terrible noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. No volvió a cocinar esas recetas que tan bien le salían y se alejó de su estudio, donde se dedicaba a hacer sus esculturas. No hacía mas que pensar en su amada. Decidió entonces hacerse pasar por un entrevistador de Comando Actualidad, y fue al psiquiátrico donde se encontraba Euridice, diciendo que era un nuevo reportaje que estaban realizando. Intenta convencer a sus psiquiatras, diciéndoles que realizaría todas sus cenas de navidad en los próximos 5 años. Ellos aceptaron pero la única condición era que no debía ni tocarla ni darle de comer hasta las 7 de la noche. Era la única condición que le ponía.
Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Sin embargo no era capaz de estar lejos de ella y no demostrarle sus dotes culinarias así que la besó y le preparó una deliciosa tarta, que sabia que le encantaba. Al ocurrir esto, a causa de una pulsera que llevaba la chica, los psiquiatras se enteraron, la fueron a buscar y la encerraron en una habitación que en vez de ser blanca era de colores y tenía dibujos fantásticos en las paredes, haciendo que se vuelva más loca aún. En ese momento comprendió que la había perdido para siempre.
Manuela Arcila, 4º B

Orfeo era un artista genial. De su boca brotaban los más dulces raps. Una noche fue a una discoteca e moda del centro de la ciudad en la que conoció a Eurídice. Allí mismo se juraron amor eterno.

Pero Eurídice echaba de menos a sus amigas, así que un día quedó con ellas en un descampado de las afueras. Se dirigía al punto de reunión cuando se topó con un narcotraficante llamado Aristeo quien deslumbrado por la belleza de la joven, decidió regalarle droga.Eurídice se dejó llevar por Aristeo y se hizo su amiga; para no quedar mal con él aceptó el regalo. Después se despidieron y la joven llegó al descampado para pasar la noche con sus amigas. Sin embargo, lo que nadie sospechaba era que Eurídice era espía del gobierno chino y este, al enterarse de lo ocurrido, decidieron despedirla, así que se quedó sin dinero, empleo y, como no pudo pagar el alquiler de su piso, se quedó también sin hogar. Para superar esta situación, la joven tomó la droga de Aristeo y su vida se hundió en la miseria: se gastaba las ayudas económicas que recibía en más droga, así que se volvió drogadicta. De aquello nunca jamás nadie había conseguido salir.

Después de conocer tan terrible noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. Así que decidió seguir a Eurídice para averiguar quién era el causante de su pesadilla.
Eurídice no se reunió con nadie pero usó una cabina telefónicapara hacer una llamada, y Orfeo, que escuchó toda la conversación, solo tuvo que oír un nombre para saber a quién se enfrentaba: a Aristeo.
El joven solo tenía una opción: fue al piso franco de su antigua banda de traficantes de armas y convenció al jefe para que le ayudaran en su odisea. Estos aceptaron ya que tenían una deuda pendiente con la banda de narcotraficantes.
Comenzaron el plan de rescate de la joven secuestrando a uno de los traficantes, le interrogaron para averiguar el paradero de sus compinches y pasaron a la acción. Poco después atacaron el piso franco rival, sin embargo, estos les estaban esperando. El narcotraficante secuestrado avisó a sus amigos del ataque. Orfeo les suplicó con un rap que dejasen libre a Eurídice ya que esta se encontraba entre los delincuentes siendo utilizada como rehén, Aristeo aceptó conmovido y un matón se la llevó. El jefe de la banda le dijo al joven rapero que se llevase el Cadillac del garaje a la discoteca en la que conoció a su amada por primera vez y que no abriese el maletero para liberar a la joven hasta llegar allí. Era la única condición que le ponía.

Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Sin embargo, justo antes de llegar a la discoteca se desvió y aparcó en un callejón para comprobar que la joven se encontraba allí donde la había dejado. Aristeo no le engañó, Eurídice se encontraba allí, pero los narcotraficantes le habían seguido y al ver que Orfeo no había cumplido su promesa mataron a su amante. El rapero vio como el amor de su vida se desfallecía soltando el último suspiro con el que él terminaría cargando toda su triste vida.
En ese momento comprendió que la había perdido para siempre. Y el joven, víctima de un dolor insoportable por la pérdida de su amada, se retiró a un monasterio de un pueblo muy lejano de aquella ciudad infernal.
Carlos Ferreiro, 4º B 
 
Orfeo era un artista genial. Era grafittero y de sus botes de pintura, los colores parecían automáticamente mostrar lo que Orfeo tenía en la mente. La gente le conocía en el barrio e incluso en la ciudad. Todos admiraban su arte y le respetaban a pesar de su juventud. Pintando la puerta de entrada de una discoteca, conoció a Eurídice, fue un flechazo instantáneo.  Allí mismo se juraron amor  eterno.


Pero Eurídice echaba de menos a sus amigas, a las que veía mucho menos desde que estaba con Orfeo y no porque él se lo impidiera sino porque Eurídice quería pasar con él todo el tiempo del mundo. Un día las llamó para tomar algo en el centro de la ciudad e ir al cine, como en los viejos tiempos. En el cine se encuentran con Aristeo y sus amigos que eran unos chicos de la universidad que las invitan a tomar unas copas. Eurídice no quería en un principio, pero sus amigas la convencen. Aristeo trapicheaba con drogas y esa noche las invita a tomar unas pastillas. Eurídice cae en la trampa igual que sus amigas. Los días siguientes vuelven a quedar con ellos y cada vez que se ven vuelven a tomar drogas. Eurídice ve cada vez menos a Orfeo que intenta hablar con ella para que no siga por ese camino. Los dos siguen igual de enamorados, pero la droga puede con Eurídice y le dice que no quiere volver a verle. De aquello, nunca jamás nadie había conseguido salir.


Después de conocer tan terrible noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. La gente pregunta por él al no verle en la calle haciendo lo que más le gusta, dibujar. Orfeo está hundido, hace varias semanas que no sabe nada de Eurídice. Un día le llama Elena, amiga de Eurídice y le dice que está muy mal y que por favor vaya rápidamente al parque del barrio, que no logra despertarla y está muy asustada. Orfeo sale rápidamente y cuando llega no puede creer lo que ve, Eurídice casi irreconocible, tirada en el suelo inconsciente. Llaman a la ambulancia e ingresa en urgencias. Le salvan la vida, pero el médico le dice a Orfeo que Eurídice tendrá que ingresar en un centro de rehabilitación durante mucho tiempo y que él no podrá verla, si quiere recuperarse del todo. Era la única condición que le ponía.

Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Hacía un año que no veía a Eurídice aunque hablaba con su madre todos los días y sabía que estaba mucho mejor. Su amor por ella no había cambiado. Decidió ir a verla a pesar de que sabía que no debía. Iba a salir de casa cuando sonó el teléfono. Era la madre de Eurídice. Entre lágrimas le dice a Orfeo que Eurídice se había escapado del centro  la noche anterior con otras dos chicas y que la habían encontrando cerca del río muerta. Orfeo se queda sin respiración durante unos segundos al oír la terrible noticia, se niega a creerlo, pero a la vez, en ese momento comprendió que la había perdido para siempre.

Jorge Gutiérrez, 4º A



Orfeo era un artista genial. Un ingeniero espacial que, en su tiempo libre, escribía novelas de terror. En una discoteca de ambiente ochentero conoció a la bella e inteligente Eurídice que era cantante de ópera clásica. Allí mismo se juraron amor eterno.



Pero Eurídice echaba de menos a sus amigas, así que un día quedó con ellas para hacer una visita turística en la Nasa antes de ir a su cita con Orfeo. Se encontró con Aristeo, un traficante de coches ilegales que intenta robarla su vehículo de alta gama. Eurídice sacó su bate de béisbol pero Aristeo se lo quitó y la cantante acabó malparada. Después del ataque creyó que necesitaba más protección y se metió en una banda violenta de la que no se puede escapar. De aquello nunca jamás nadie había conseguido salir.



Después de conocer tan terrible noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. Así que decidió elaborar un plan para rescatar a su amada. Para ello se caracterizó como jefe de la asociación de mafiosos, de tal manera que consiguió engañar a todos los miembros de la banda y con la excusa de haber recibido una orden de los superiores logró eliminar a las personas menos útiles para ingresar nuevos miembros. Para poder salvar a Eurídice debía presentar nuevos integrantes pero como no encontró a nadie, ingresa él. Era la única condición que le ponía.



Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Sin embargo, cuando casi tenía a Eurídice en sus brazos se dio cuenta de que no se podrían ver nunca más porque él debía ocupar el lugar de Eurídice en la banda. Finge tener que realizar una llamada urgente pero aprovecha para alertar a la policía pero los mafiosos se enteraron. Cuando llegan los agentes todos los delincuentes ya se han marchado y se han llevado a su amada. En ese momento comprendió que la había perdido para siempre.

Irene Francisco, 4º B

Orfeo era un artista genial. Era un guitarrista muy famoso en todo el mundo. Durante un concierto benéfico en Nochebuena, conoció a Eurídice, una jovencita que estudiaba derecho en la universidad de Madrid. Nada más verse se enamoraron y allí mismo se juraron amor eterno.


Pero Eurídice echaba de menos a sus amigas y compañeras de clase, así que un día quedaron en un parque situado en el centro de la ciudad. Aristeo, un ladrón muy buscado en todo el país, al ver a esa chiquilla tan bella pero a la vez tan débil, decidió ir a atracarla. Sacó su navaja y con violencia intentó quitarla el bolso.  Eurídice se resistió e intentó defenderse y huir pero no lo consiguió. Fue herida y tuvo que ingresar en un hospital cercano. Tenía varias heridas y brechas, además de varios órganos dañados. Tenía que guardar reposo en una cama ya que estaba muy débil. De aquello nunca jamás nadie había conseguido salir.


Después de conocer tan terrible noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. Orfeo decidió ir a buscarla para llevársela a su casa pero para ello tenía que hacerse pasar por un familiar suyo. Intentó convencer a los médicos. Les suplicó de rodillas que le dejaran llevársela porque nadie la iba a cuidar mejor que él. Los médicos tras pensarlo un rato, decidieron que Eurídice se fuera pero solo si Orfeo estuviera siempre pendiente de ella, curándola y dándola todos los medicamentos que necesitara. Era la única condición que le ponía.


Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Había pasado una semana y todo iba según lo previsto. Eurídice poco a poco se recuperaba y Orfeo estaba siempre con ella. Casi no dormía porque tenía que cuidarla pero le daba igual. Un día, por un descuido propiciado por el cansancio y porque no llevaba las gafas puestas, se equivocó al coger un medicamento. Eurídice se lo tomó pero se empezó a encontrar mal. Orfeo llamó a la ambulancia y los dos volvieron al hospital. Le dijeron que tenía una infección muy grave y  al pobre artista le echaron a la calle. En ese momento comprendió que la había perdido para siempre.

Adrián Gómez, 4º B



Orfeo era un artista genial. Componía versos capaces de enamorar a cualquier ser. En un intento de documentarse en la biblioteca, conoció a Eurídice, una chica tímida y amante de la literatura, al igual que él. Conectaron en seguida. Orfeo no necesitó recitar ni siquiera unas pocas estrofas para enamorarla. Sus miradas, sus risas… fueron suficiente. Allí mismo se juraron amor eterno.

Pero Eurídice echaba de menos a sus amigas, otras bibliotecarias tímidas e inteligentes iguales a ella. Cuando, ya de noche regresaba a casa, en uno de los callejones por los que debía pasar para llegar a su edificio, se topó con Aristeo, un ladrón codicioso, grande, fuerte y vengativo que no dejó de perseguir a Eurídice hasta que la perdió, puesto que esta corría muy rápido. Eurídice no podía más y dejó de correr. Al intentar coger aire notó como se le oprimía el pecho, le dolía tanto que apenas podía respirar. Eurídice estaba sufriendo un ataque cardiaco. Con la rapidez suficiente marcó el número de urgencias, pero ¿la ambulancia conseguiría llegar a tiempo? De aquello jamás nadie había conseguido salir.

Después de conocer la terrible noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. Por mucho que lo intentase, solo conseguía caminar como alma en pena por los pasillos de aquel infierno al que llamaban hospital, esperando el veredicto de los médicos. Tras unos largos días de espera, Orfeo logró hablar con los médicos, quienes le dijeron que Eurídice se encontraba en un estado muy grave. Le habían colocado un bypass mas, no duraría mucho sin stents. Orfeo, aun disponiendo de poco dinero, insistió en que se los pusieran. Los médicos accedieron suponiendo que él los pagaría a plazos. Esa era la única condición que le ponían.

Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa casi todo el tiempo. Sin embargo, aun siendo hermosa su poesía, no consiguió suficiente dinero como para pagar el cuarto pago, por lo que no le pudieron colocar otro de los stents a Eurídice. Por mucho que lo intentó, no pudo convencer a los médicos, ¡la crisis! Le decían. En ese momento comprendió que la había perdido para siempre.

Candela Álvarez



Orfeo era un artista genial. De su canal brotaban los mejores vídeos. En el apartado de comentarios de Youtube, conoció a Eurídice y quedó prendado al instante de su belleza. Allí mismo se juraron amor eterno.


Pero Eurídice echaba de menos a sus amigas, las compañeras de deporte, así que un día quedó con ellas y, antes de llegar al lugar exacto de su cita, se encontró con el acosador cibernético que la perseguía desde hace ya bastantes meses, quién al verla, quedó deslumbrado por su belleza y trató de atraparla. Asustada, Eurídice comenzó a correr con todas sus fuerzas hacia su casa. Rápidamente entró y cerró la puerta. Eurídice comenzó a vivir con miedo y no salía a la calle. De tal manera que entró en una profunda depresión. De aquello nunca jamás nadie había conseguido salir.
Después de conocer tan terrible noticia, a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. Sus vídeos fueron cayendo en el más oscuro silencio. No hacía nada más que pensar en su joven amada traumatizada. Decidió entonces ir a hablar con ella y para lograrlo convenció a la familia de Eurídice, diciéndoles que ésta debería seguir un tratamiento que pudiera ayudarla. El terapeuta le dijo a Eurídice que tendría que ver los vídeos de Orfeo para que se mantuviera entretenida y no estuviera pensando siempre en el acosador. Era la única condición que le ponía.
Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Sin embargo justo cuando mejor iba la terapia, Orfeo dejó de subir vídeos porque nadie veía ya su contenido. Así que Eurídice deja la terapia vuelve a tener miedo y volvió a desconfiar de la gente. En ese momento comprendió que la había perdido para siempre.

David Barba, 4º B


Orfeo era un artista genial. De sus cuerdas vocales salían las más preciosas canciones que alguien pudiera escuchar. Además, él era un hombre alto, moreno y de ojos verdes. Una mañana de sábado, mientras realizaba una firma de discos en el centro comercial de las afueras de la ciudad, conoció a Eurídice, una universitaria a la que le apasionaba la música y tocaba el piano en sus horas libres. Allí se juraron amor eterno.

Pero Eurídice echaba de menos a sus amigas y, aprovechando que tenían trabajos que hacer, quedó con ellas en la biblioteca del centro de la ciudad. Aristeo, el encargado de la limpieza de la biblioteca la vio llegar y se le iluminaron los ojos.A los pocas horas de estar trabajando, Eurídice salió de la biblioteca a tomar el aire, y en ese momento, el encargado la intentó agarrar y llevar a su casa.Ésta, asustada, salió corriendo y al cruzar la carretera, un coche que iba a toda velocidad la atropelló.Cuándo llegó la ambulancia, la llevaron corriendo al hospital y allí, la dejaron en la UCI en estado muy grave.  Eurídice cayó en una terrible depresión porque no podía ver a Orfeo y pensaba que nunca jamás le volvería a ver. De aquello nunca jamás nadie había conseguido salir.

Después de conocer tan terrible noticia,a Orfeo ya no le quedaban ganas de trabajar. Su música fue barrida por la tristreza. Él necesitaba ver a su amada como fuera, y  se hizo pasar por un familiar de ella, ya que solo dejaban pasar a miembros de la familia.Una vez dentro, Orfeo comenzó a cantar la canción preferida de Eurídice, y esta se despertó con una sonrisa. A continuación, habló, con la enfermera y le explicó que Eurídice prefería estar en casa con u familia, en vez de estar allí encerrada. La enfermera aceptó su petición de dejarla salir, pero le advirtió que tenía que estar mínimo dos semanas de reposo. Era la única condición que le ponía.

Lo cierto es que Orfeo respetó su promesa durante casi todo el tiempo. Sin embargo, a los dos días, creyendo que ella ya estaba bien, la invitó a cenar a su restaurante preferido, y no se dio cuenta de que aún estaba débil.
Cuándo llegaron al restaurante, Eurídice no tardó en caer al suelo y perder la consciencia.
La ambulancia llegó al poco tiempo, y Orfeo, en ese momento, comprendió que la había perdido para siempre.
Sandra Granados, 4º B


1 comentario:

  1. Qué BIEN!!!! Me encantan, mucha imaginación y mucho interés. Deberíamos fomentar más este tipo de actividades, además de trabajar la expresión es una forma muy amena de conocer y profundizar en la mitología clásica.
    ENHORABUENA a la profe por motivar a sus alumnos así de bien!!!!!!!!

    ResponderEliminar

Si pretendes que las palabras que vivan en esta casa sean ofensivas, hirientes o simplemente soeces no te molestes en escribirlas: no caben en ella. ¡Ah! Y en esta humilde morada nos gusta la gente que escribe - y habla - bien. Cuídemos las palabras:son nuestra casa.